viernes, agosto 19, 2005

Pecados Capitales de un Administrador de Fondos de Capital de Riesgo

Durante los 15 años de existencia de una estructurada Industria de Capital de Riesgo en el país, hemos podido observar el comportamiento de numerosos administradores de fondos de terceros. Muchos de ellos han mostrado facetas que las asimilo como sus pecados capitales:

1.- Soberbia: Al contar de un momento a otro con grandes sumas de dinero para invertir en la compra de empresas, algunos administradores asumen raras actitudes. Miran en menos y toman distancia de esos pobres empresarios que intentan asociarse; desprecian la opinión de los aportantes de los fondos; y comienzan a dar cátedra sobre las más variadas temáticas. Sienten que desde el día que comienzan a administrar plata ajena, son los dueños de la verdad. En algunos casos, esa falta de humildad, le ha hecho mucho daño a esta industria.

2.- Avaricia: Muchos administradores no entienden que la comisión por administración que le cargan al fondo, tiene por objeto gastarla en la “administración del fondo”. No está diseñada para constituir la rentabilidad del administrador, para ello se ha diseñado la comisión de éxito, que se paga contra éxito al liquidarse el fondo. En muchos casos, el administrador hace todo tipo de ahorros y se embolsa parte importante de la comisión de administración, originando una pobre administración, falta de información adecuada para los aportantes, pérdida de oportunidades de inversión, equivocadas decisiones de inversión y mala calidad del monitoreo de las inversiones realizadas. Esta falta de generosidad con una buena administración, es en algunos fondos, el germen de bajas rentabilidades.

3.- Lujuria: En los administradores no se manifiesta como un desmedido apetito sexual, sino como un desmedido apetito por el dinero. No es sana la costumbre de algunos administradores de lucrar para si con las inversiones que realiza el fondo. Se conocen casos en que los administradores han cobrado comisiones para si, a los empresarios dueños de empresas a cambio de los recursos del fondo. Otra práctica consiste en asesorías previas a la inversión, en beneficio de sociedades ligadas a los administradores. En otros casos, se observan cobros de comisiones a terceros en beneficio del administrador, por la venta de las inversiones del fondo. Esta falta de autocontrol sobre el lucro indebido, tiene efectos desastrosos sobre la rentabilidad de los fondos.

4.- Ira: Frente a dificultades normales en las empresas donde invierte el fondo, algunos administradores reaccionan violentamente, rompen las confianzas que deben existir en los gobiernos corporativos, inician hostigamientos legales que encarecen los gastos del fondo y perjudican las rentabilidades de esas inversiones. La ausencia de una adecuada dosis de serenidad ante las adversidades dominadas por la ira, desprestigian a la industria de capital de riesgo.

5.- Gula: En estos casos no se trata de un apetito desmesurado por comidas y bebidas, se trata de un desbordante apetito por el control de la propiedad de las empresas donde invierte el fondo. Se observa en leoninos pactos de accionistas, donde se especifican grandes penalizaciones a los empresarios por nimiedades, que en algunos casos les han significado entregar la propiedad de las empresas al fondo. La falta de conocimiento de algunos empresarios y una indebida asesoría legal, sumado a la inmoderación de los administradores, no logrará prestigiar esta industria, sino todo lo contrario.

6.- Envidia: En todas las industrias hay actores grandes y otros pequeños, en este caso también, sin embargo los resentimientos de algunos por los logros de otros, sembrando desconfianzas públicas argumentadas en hechos no fundamentados, sin dudas perjudica el despegue de toda la industria de capital de riesgo. Afortunadamente la reciente Asociación de Administradoras constituye un buen paso. El éxito de algunos es bueno para todos, ojala tengamos solo buenas experiencias de éxito y dejemos los fracasos del pasado.

7.- Pereza: Algunos administradores muestran desgano por realizar debidamente su trabajo. Esta actitud es clásica cuando no invierten en la propiedad de empresas la excesiva liquidez del fondo, pasando largos períodos sin ni siquiera evaluar alternativas de inversión. Esto claramente irrita a los aportantes de los fondos, quienes se desaniman a nuevas inversiones. Es necesario contrarrestar la pereza, con una actitud de pronta diligencia de los administradores, sujeta al cumplimiento de un presupuesto de inversiones debidamente calendarizado en los reglamentos internos de cada fondo.