miércoles, julio 26, 2006

De a dos es mejor

Vengo llegando de Ciudad de Panamá, lugar al que asistí como integrante de un grupo de consultores que está asesorando a una entidad, que fomenta el emprendimiento. Mi rol ha sido evaluar el ambiente existente, para crear los instrumentos que faciliten el desarrollo del Capital de Riesgo Semilla, como parte importante de la cadena de financiamiento de nuevas empresas. Comento lo anterior, porqué en estos días he recibido una invitación del BID para exponer sobre las mismas materias en Quito; he recibido otra invitación de autoridades de Costa Rica, para que vaya a contarles nuestra experiencia en Capital de Riesgo; en dos semanas más visitaré Medellín, como parte de un panel de expertos que discutirá estos mismos temas; y por último, me han informado que requieren mi presencia en Lima, para comentar con sus autoridades económicas la experiencia chilena en Capital de Riesgo. ¿Cuál es la razón que explica esta inusual demanda por conocer nuestra experiencia en Capital de Riesgo? A mi modo de ver, constituye la respuesta natural a un trabajo bien hecho, que se aprecia mejor desde la perspectiva de aquellos que no han avanzado, que de aquellos que estamos viviendo el proceso. En Chile hemos planteado un modelo de financiamiento para la creación de nuevas empresas, en la que en todos sus eslabones, trabajan activamente los sectores público y privado. Me refiero a las fases de: a) Incubación; b) Despegue; y c) Expansión. Es en esta última fase donde surge el Capital de Riesgo, pero para que funcione eficientemente, deben desarrollarse de forma vigorosa las dos fases anteriores, la incubación y el despegue, de tal forma que la industria de Capital de Riesgo, enfrente una masa crítica de buenas empresas dirigidas por excelentes emprendedores, donde lo que falta, es el dinero inteligente que aportan los Fondos de Capital de Riesgo. Al igual que un bebé, las empresas cuando nacen son muy frágiles, por eso mueren en sus primeros años muchas buenas iniciativas empresariales, que no han tenido los cuidados apropiados. Para evitar está prematura mortalidad, nuestro Estado financia todas las incubadoras de empresas, entidades dirigidas por el sector privado donde deben buscar cobijo los emprendedores, lugares especializados en dar vida a las empresas. En seguida el Estado financia los gastos de preinversión, necesarios para fortalecer la definición y formulación de nuevos negocios. Posteriormente con el objeto que se creen las nuevas empresas, el Estado subsidia parte importante del capital para la puesta en marcha. Superadas las etapas anteriores, las empresas deberían entrar en su fase de expansión, allí necesariamente requerirán de fuertes inyecciones de capital. Es por ello que el Estado apoya mediante subsidios, la operación de Redes de Inversionistas Ángeles, entidades formadas por inversionistas privados, especializados en invertir en empresas emergentes. Con las empresas ya fortalecidas y una historia de logros, recién ahora podrán constituir una oferta apetecida por el Capital de Riesgo. Sin embargo en la construcción de este modelo, el Estado también ha debido apoyar la formación de los Fondos de Capital de Riesgo, así los potentes incentivos otorgados por CORFO, se traducen en las docenas de fondos existentes y en desarrollo propuestos por el sector privado.
Desde el exterior, los países aprecian positivamente nuestra experiencia y cuando los visitamos, nos damos cuenta de nuestro buen caminar, por eso cuesta tanto entender las criticas de algunos dirigentes sobre el rol del Estado y su tamaño, los que con mucha ceguera no comprenden que el camino al desarrollo de nuestro país, se hace combinando inteligentemente, los esfuerzos del sector público con las iniciativas del sector privado. Como en tantas cosas de la vida...de a dos es mejor.